El calvario y la agonía de Miguel Ángel desencadenaron impresionantes muestras de solidaridad con él y con su familia. Se organizaron manifestaciones multitudinarias pidiendo a ETA que lo liberara pero todo fue en vano. ETA cumplió su amenaza y de la forma más cobarde y gratuita acabó con la vida de un inocente.
Miguel Ángel Blanco fue ejecutado, dos balas en la cabeza, el 12 de julio y murió en el hospital.
A los que vivimos esos días nos toca explicar lo que entonces ocurrió, que a un Estado no se le puede secuestrar, que de su sacrificio la democracia se fortaleció y que unos bárbaros armados no pueden más que nuestros votos.
Gracias Miguel Ángel.
Fdo.
Joaquín Molla
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